Los perros establecen relaciones de dominancia con cada una de las personas con las que conviven.
Cuando son jóvenes, se harán tanto más dominantes cuanto más cedan sus propietarios ante situaciones como subirse al sillón cuando lo tienen prohibido, pedir comida cuando se está en la mesa...
¿Qué síntomas produce?
La agresividad por dominancia se da especialmente en machos no castrados.
Cada vez que una persona que el perro ha decidido que es subordinada se comporta como dominante, el perro sentirá que tiene que "ponerla en su sitio", por lo que gruñirá, morderá... mostrará signos de agresividad.
¿Cómo se diagnostica?
Previamente habrá que descartar enfermedades que pueden causar agresividad: dolor, hipotiroidismo...
Es fundamental una consulta con un especialista en Etología, donde se evalúe de forma exhaustiva el comportamiento del perro.
¿Qué riesgos conlleva?
Convivir con un perro agresivo siempre es peligroso o, cuando menos, desagradable.
Cuando todos los miembros de la familia saben qué hacer y qué no hacer para no crear conflictos, la situación puede ser sostenible.
El problema se agrava cuando entra en la familia una persona que no sabe "respetar" las normas que el perro ha impuesto: el ejemplo más típico son los niños.
¿Cómo se trata?
Mediante 3 vías complementarias:
- Adiestramiento para invertir la relación de dominancia del perro frente al dueño.
- Castración en el caso de los machos
- Tratamiento farmacológico
Hay que tener en mente que un perro con agresividad por dominancia es potencialmente peligroso.